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Consulta inédita en Juchitán

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Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el martes 21/Oct/2014]

El año pasado cambiaron algunas cosas en la ciudad zapoteca más poblada: Juchitán. Una de sus agencias, Álvaro Obregón, detuvo el proyecto eólico de Mareña Renovables que pretendía instalar aerogeneradores en la Barra de Santa Teresa perteneciente al municipio de San Dionisio del Mar; asimismo se vivió un fuerte enfrentamiento en la Séptima Sección de Juchitán durante el mes de marzo, a raíz de un nuevo parque eólico en terrenos de la ciudad.
Durante el año 2013 se replanteó la forma de realizar grandes proyectos energéticos en esta zona, pues a partir de este momento, al menos en Juchitán, se convino en que la ciudadanía tendría que ser tomada en cuenta.
El 8 de mayo de ese mismo año, el Comité Melendre lanzó los Cinco Ejes para la Paz Social en Juchitán. En el tercer punto, recoge el sentir de la comunidad, que opuesta o no a los proyectos eólicos, exige ser tomada en cuenta. A la letra dice: “Transparencia en los proyectos eólicos y consulta a los afectados. Toda sociedad tiene derecho a conocer los proyectos que pretendan implementarse en su suelo. Por tanto, debe socializarse la información en torno a los proyectos eólicos, de tal manera que sean claros y entendibles para toda la población. Sólo con el conocimiento puntual de las condiciones de los contratos, podrán tomarse buenas decisiones. Una vez realizado lo anterior, los proyectos eólicos deberán someterse a consulta entre los propietarios y la sociedad, pues cada metro de tierra de nuestro pueblo es herencia de las luchas que emprendió nuestra comunidad en su conjunto, por lo que existe el deber moral de tomar en cuenta a todos sus habitantes, sean o no propietarios”. 
Este lunes 20 de octubre de 2014 el Ayuntamiento juchiteco, la Secretaría General de Gobierno del Estado, la Secretaría de Energía del Gobierno de la República y otras instancias gubernamentales comenzaron el “proceso de consulta previa, libre e informada sobre la construcción y operación de un proyecto eólico en Juchitán de Zaragoza”. 
Este ejercicio es inédito, pues no hace recaer el derecho de decidir en un solo sector de la comunidad, como podría ser la Asamblea de Comuneros y/o Ejidatarios, alguna organización social o el mismo Ayuntamiento; sino que, de manera abierta, se convoca al mayor número de entidades representativas para que participen, como pueden ser las Sociedades de Velas, representantes de las instituciones educativas y culturales, representantes de organizaciones económicas, asociaciones ganaderas, grupos de mujeres y representantes de la sociedad civil, por citar solo algunos ejemplos. 
Estamos frente a una magnífica oportunidad para cambiar la manera en que estos proyectos se han implementado. La ciudadanía en general debe conocer puntualmente y en su idioma, las implicaciones de un nuevo parque eólico en terrenos que adquirieron sus ancestros y al que siempre han estado vinculados.
Debe reconocerse este esfuerzo. Debe cuidarse esta consulta, para que no se convierta en una maniobra que legitime decisiones tomadas con antelación. Toda la comunidad debe participar, proponer y decidir democráticamente. 

Cuando llegan las almas

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Altar tradicional conocido como biguié'
Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el domingo 27/Oct/2013]

Una vez al año miles de familias disponen lo necesario para la llegada de sus muertos. Todos vienen sin importar la edad, género o la ocupación, según antigua creencia transmitida de generación en generación desde hace miles de años.

Pero, como en toda práctica de fe, nunca faltan aquellas personas que suelen burlarse o desdeñar la creencia de sus mayores. Así era Ta Mariano Vera, señor del barrio Cheguigo, en Juchitán.

Perdió Ta Mariano a su padre una noche de diciembre. El señor de casi noventa años falleció apaciblemente en su catre. La esposa del difunto murió pocas semanas después. La mayoría pensó que, al igual que su marido, dejó de existir a causa de los años; pero los más observadores supieron la verdadera razón: la tristeza que provoca la viudez. 

Transcurrieron los meses y octubre llegó. Vecinos y demás familiares creyeron que, como es natural en nuestra región, Ta Mariano engalanaría su casa colocando un altar adecuado para la ocasión. Pensaba la gente que el hijo recién abandonado pondría ramas de sauce, palmeras, calabazas, caña, naranjas y mandarinas. Tamales y café supusieron que mandaría hacer. 

Sorpresa grande se llevaron cuando vieron que nada estaba preparado en vísperas de Xandu’, que es como en Juchitán y otras poblaciones zapotecas le dicen al Día de Muertos. “Hijo, apúrate a poner el biguié’ de tus padres. ¿No ves que ya van a llegar?”, dijo a Ta Mariano una señora de edad. “¿Para qué, Na Juanita?, si no es verdad que vienen. Mejor gastaré en mí, que estoy vivo, el dinero que derrocharía en ellos, que ya no existen”. La señora, un tanto indignada, le reviró: “No seas ingrato con quienes te dieron el ser, muchacho. ¿Acaso quieres que pasen hambre?”. Y Ta Mariano, para evitar prolongar la discusión, le respondió: “Está bien, mujer; le haré caso. Veré qué les dejo en la casa”.

Cuando hubo llegado a su hogar el señor se acercó a un rincón. Por comida, depositó para sus padres una piedra, y por cirios, una rama seca. Le pareció gracioso y así durmió durante la noche que para los zapotecas es sagrada. 

Transcurrieron los días y, en uno de ésos, algunos vecinos se hallaban cuchicheando alrededor de una niña que afirmaba haber tenido un sueño revelador. Ta Mariano no pudo evitar la curiosidad y se acercó a preguntar. Claramente escuchó cuando la pequeña decía: “…y vi cómo todos los señores que están muertos pasaban muy contentos frente a la calle; avanzaban cargados de frutas. Y vi también cómo iban alumbrando el camino con unos cirios enormes. Escuché cómo platicaban entre ellos sobre todo lo que habían saboreado en casa de sus hijos y parientes”. 

Los vecinos reflejaban alegría en sus rostros, porque la niña inocente acababa de confirmarles la llegada de sus familiares. Y entonces ella siguió diciendo: “Pero no todo lo que miré fue alegría. Los papás de Ta Mariano venían caminando hasta atrás de la fila de difuntos. Una piedra llevaba cargando el señor, y con una rama que casi no alumbraba iba abriéndose camino la señora. Fueron las únicas personas tristes que yo vi”. 

Ta Mariano se quedó atónito y corrió desconsolado a su casa. Nadie más sabía lo que había dejado como ofrenda. Pidió perdón a sus padres, imploró que volvieran, pensó en ir al mercado por flores de cempasúchil y frutas frescas, pero era demasiado tarde, pues los muertos ya se habían marchado. Entonces se arrepintió y juró que al año siguiente compensaría a sus progenitores.

Y así lo hizo. Mientras vivió, no hubo año sin que dejara de elaborar un hermoso biguié’ para alimentar a sus padres el Día de Muertos. Esto cuentan que sucedió en mi pueblo hace muchísimos años.

El laberinto de Peña Nieto

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Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el viernes 31/Oct/2014]

Todos los políticos se desconcertaron. Los gobernantes de todos los niveles no supieron reaccionar a tiempo, y de forma adecuada, ante los hechos de finales de septiembre en Iguala.
Los asesinatos masivos son cada vez más comunes. Hay, después de todo, más de veinte mil desaparecidos en todo México. Pero el impacto es mucho mayor cuando se trata de estudiantes.
De confirmarse el asesinato de los 43 normalistas secuestrados, sumaría una noche trágica de 49 muertes, 46 de los cuales corresponderían a muchachos que cursaban la licenciatura en Tixtla. Casi el 10% de los jóvenes que se preparan para ser profesores en la Normal de Ayotzinapa.  
Dentro del torbellino de discusiones, todos han salido afectados, aunque la responsabilidad directa recae en el ex alcalde de Iguala y el ex gobernador del Estado de Guerrero. Perredistas ambos. 
Con un cinismo inusitado, las llamadas “izquierdas” mexicanas, incluyendo a Andrés Manuel López Obrador, llaman “crimen de Estado” a los delitos relacionados con la desaparición de los normalistas. Quieren sacar beneficio político de una tragedia que les salpica principalmente a ellos.
Confiado en que por haberse perpetrado en Guerrero no le perjudicaría, Enrique Peña Nieto y sus asesores prefirieron lavarse las manos, responsabilizando a las autoridades guerrerenses. No fueron capaces de percatarse que una tragedia de tal magnitud rebasaba esferas locales y que necesitaba acción urgente.
¿Qué pasaría con el gobierno cubano si se diera una matanza en Santiago? ¿Se imaginan a Raúl Castro culpabilizando al gobernante regional? 
Ningún gobierno puede darse el lujo de ignorar una matanza, suceda en Sonora, Yucatán o Guerrero. Si hay alguna equivocación por parte del gobierno federal reside en dejar pasar estos hechos.
Se reunió con los padres de los desaparecidos más de un mes después de la noche de Iguala. Éstos, por supuesto, están enojadísimos con el Presidente, y con el ex gobernador, y con el ex alcalde de Iguala…
Dentro de toda esta situación, pocos han reparado en un hecho: cualquier delincuente peligroso conoce la fórmula para tumbar una administración. Le bastará con cometer una masacre para que, cual piezas de dominó puestas en fila, se derrumbe.
Sin embargo no todo es horror. Un resultado de los hechos del 26-27 de septiembre, que afectará a todos los partidos por igual, será la selección escrupulosa de los futuros candidatos. Nadie podrá decir que “no conocía” al abanderado de equis partido, como acaba de justificarse López Obrador. Todos tendrán la estricta obligación de saber con quiénes se alían para gobernar las ciudades del país. Las listas serán revisadas una y otra vez para evitar que llegue al poder un nuevo Abarca. Menos mal. 

México en la incertidumbre

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Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el lunes 10/Nov/2014]

Hace algunos años, le hablé a mi abuela (que desde lo alto me acompaña) de "revolución". Me contestó que ella nació cuando inició una (1910) y que de ella recordaba hambre y sus muertos: "Ésos nunca regresan y siempre les lloras. Hay que pelear nomas cuando se necesite, porque muchos sufren por sus muertos y luego el hambre se queda".
El párrafo anterior fue posteado el 6 de noviembre por mi profesor de la materia ‘Introducción a la Antropología’, Alejandro Durán, de cuando su servidor estudiaba en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) hace algunos ayeres.
Las palabras que recogió guardan una verdad inobjetable: llamar a la violencia, por ‘encimita’, tiene cierto dejo de irresponsabilidad si no se está dispuesto a asumir las consecuencias funestas. 
Este sábado 8 de noviembre fue incendiada una de las puertas de Palacio Nacional. La manifestación pacífica a la que acudieron miles de personas se vio empañada por el vandalismo que se está volviendo cada vez más usual. 
Algunos señalan al mismo Estado mexicano de vestirse de “anarquista” para, mediante la infiltración, satanizar el movimiento social. Otros, en cambio, aplauden estas acciones violentas llamando “héroes” y “valientes” a unas personas que, con los rostros cubiertos y protegidos por la masa, aprovechan movilizaciones pacíficas para agredir, pintarrajear y destruir bienes públicos.
Como haya sido, la situación por la que atraviesa nuestro país es delicada. Nadie puede negar que los órganos encargados de la seguridad, se introducen a movimientos sociales para “vigilarlos” desde adentro, pues ésta es una de sus  tareas. Pero tampoco podemos negar que muchas personas cometen delitos a plena luz del día, sin pasamontañas ni nada, porque se creen con derecho de “protestar” de esta manera, sabiendo que la impunidad es la regla.
Mucho se ha escrito de los jóvenes que fueron secuestrados en la ciudad de Iguala la noche del 26-27de septiembre. Su desaparición y asesinato (indudable a estas alturas) es absolutamente condenable. Pero no son los únicos. 

¿Faltan 43? De hecho, faltan como 25 mil. Desde que la famosa 'guerra contra el narco' empezó en el sexenio pasado, nos vienen matando y desapareciendo gente inocente. Al menos este caso obligó a la opinión pública mundial a voltear a nuestro país. 

Ojalá que la presión popular y mediática continúe para encontrar a los culpables de las demás desapariciones (y 100 mil homicidios). Ojalá que México encuentre la paz que le hace falta. Ojalá que los políticos de todos los partidos se miren en el espejo guerrerense. Ojalá que la pronta resignación llegue a las familias de los jóvenes asesinados y que se les haga justicia, caiga quien caiga. México vuelve a estar de luto.

La debilidad del gobierno

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Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el martes 11/Nov/2014]

Nunca antes el gobierno que encabeza Enrique Peña Nieto se había mostrado tan errático. Jamás las instituciones se habían visto tan impotentes ante actos de vandalismo abiertos y directos.

El Ejecutivo no sabe cómo reaccionar, sencillamente porque ni en sus peores previsiones se esperó una tragedia como la que ocurrió en el Estado de Guerrero.

Algunos grupos, de los mal llamados "de izquierda", buscaban desde hace mucho tiempo algún muerto. La victimización siempre ha resultado redituable a quienes enarbolan la sangre de otros, sin resolver las causas que lo originaron: pobreza, injusticia, desigualdad...

Como por arte de magia, un crimen que se cometió en un municipio perredista y en un Estado gobernado por un régimen igualmente perredista, se atribuye al gobierno de Enrique Peña Nieto. A eso ha conducido la politización de la tragedia cometida a manos del crimen organizado.

Pero mucha culpa tiene también el actual gobierno, porque quiso “administrar” la matanza y desaparición, dejando solo al gobierno guerrerense, en un ánimo, quizás, de que la opinión pública “solita” se diera cuenta de la estulticia de quienes allí gobiernan. 

Las cosas se salieron de control y quienes siempre ganan a río revuelto ―los violentos― andan sueltos haciendo su voluntad.

El mensaje que dan las instituciones mexicanas al mundo es terrible: ineptitud, permisividad, falta de estado de derecho, inestabilidad. Porque para evitar lo “políticamente incorrecto”, al gobierno se le está yendo la misma gobernabilidad de entre las manos. 

Ya no hay topes a la violencia. El Presidente se encuentra aturdido, y este momento de debilidad lo están aprovechando los oportunistas que aparecen cada que hay una genuina protesta, para provocar una reacción. 

Quizás por eso Enrique Peña Nieto haya decidido viajar a China. Tal vez pensó que miles de kilómetros de distancia servirían para apaciguar los ánimos.

Lo cierto es que las crisis se enfrentan con firmeza, dando la cara y pidiendo disculpas cuando se deba, y actuando con determinación cuando así tenga que ser. No es posible que un crimen paralice la vida institucional. 

Ojalá esta situación sirva para recomponer algunas cosas. Ojalá, por lo menos, los partidos políticos aprendan su lección y dejen de postular delincuentes. Ojalá que la sociedad deje de votar por abanderados de cuestionable honorabilidad. Es lo menos que se requiere.

Precisiones sobre la propiedad de Sierra Gorda 150 - Sra. Angélica Rivera de Peña

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¿70 millones? En Juchitán, como en varios municipios de la región, eso es una bicoca. Si al alcalde de un pueblo "indígena" se le pierden 40 millones de pesos, si a un ex secretario de finanzas de uno de los estados más pobres del país se le desaparecen 800 millones, si a una sección magisterial combativa se le fugan 600 millones, ¿qué son 70 millones? Minucias. Ni Enrique Peña Nieto ni el grupo Atlacomulco se preocupan por una chingada casa, más allá del asunto mediático. Le creo a La Gaviota. La casa es de ella. La pregunta es, ¿de quién es Pemex?, ¿de quién las minas de oro?, ¿de quién las ganancias por la venta de droga? ¿Quiénes son los dueños de este país? Nada más no me digan que "de los mexicanos". Seamos serios.

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Las Intrépidas y la guerra electoral

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Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el miércoles 19/Nov/2014]

La coronación de una reina en las famosas velas zapotecas se ha convertido en un acto político de primer orden. Desde hace cuando menos una década se escoge tanto a la reina como a quien habrá fungir de padrino o madrina de coronación.
Las velas más disputadas son aquellas que cuentan con mayor renombre y tradición. En primerísimo lugar están las festividades de abril-mayo, especialmente las que se realizan durante la última semana de mayo: la de San Vicente Ferrer Gola (Sur y Norte), las de San Isidro, la Vela Biaadxi, entre otras. 
Pero en Juchitán no hay velasúnicamente en primavera, sino que prácticamente todo el año se realizan estas peculiares fiestas nocturnas.
Yo mismo tuve el honor de participar. En mayo del año pasado puse una corona de plata, con diseño de guiexhuubas, sobre la cabeza de Cyntia Aquino Santiago en la vela más concurrida de todas: la de San Vicente Ferrer Gola, lado Sur, ante más de siete mil asistentes. Pero mi caso fue una rara excepción, porque mientras su servidor coronaba a la del ‘lado sur’, el diputado federal, precandidato del PRI a la gubernatura, Samuel Gurrión Matías, lo hacía con la del ‘lado norte’, a pocos kilómetros. El senador Benjamín Robles Montoya, diputados locales y federales también tuvieron el honor de coronar. Distinción que, se dice, a algunos les costó dinero.  
Lo que está dando de qué hablar en estos días es el penoso altercado que se vivió durante la realización de la Vela de las Auténticas Intrépidas Buscadoras del Peligro el sábado 15 de noviembre por la noche, en pleno puente por la conmemoración del inicio de la Revolución Mexicana (para que no se nos olvide).
Se dice que la Mesa Directiva de la Sociedad de la Vela de las Intrépidas tenía acordado que coronaría Saulo Chávez, alcalde espinaleño por el PRI, partido político cercano a la comunidad muxe’ desde hace décadas. Tanto así, que el líder moral de las Intrépidas, Óscar Cazorla, es un reconocido priísta. Pero se dice, asimismo, que la reina y su círculo cercano tenía una opinión distinta ―y una filiación política diferente, por supuesto― y prefirió que la coronara el precandidato del PRD a la gubernatura, Benjamín Robles Montoya. 
El altercado provocó momentos angustiantes para socios y la misma reina. En las cercanías del templete había diputadas de uno y otro partido, así como colaboradores cercanos. El acto finalmente se realizó en silencio y con las luces apagadas, cuando Robles Montoya coronó a una reina que casi nadie vio.
Lo anterior debe invitar a replantear el papel de los políticos en las festividades comunitarias. La distinción que otorga una Vela es innegable, pero el costo que puede provocar es muy alto: división y discordia... 

Cuba y EE.UU. se dan la mano

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Barack Obama y Raúl Castro durante los funerales de Nelson Mandela en diciembre de 2013
Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el jueves 18/Dic/2014]

"No podemos seguir haciendo lo mismo por cinco décadas y esperar resultados distintos", dijo ayer, en cadena nacional, el Presidente de los Estados Unidos de América, Barack Obama, al referirse al inicio de la normalización de las relaciones con la República de Cuba; la cuba de los hermanos Fidel y Raúl Castro, la Cuba de la Revolución de ‘los barbudos’, que a dos años de tomar el poder se volvió comunista.

"Esta decisión del Presidente Obama, merece el respeto y reconocimiento de nuestro pueblo. Quiero agradecer y reconocer el apoyo del Vaticano y, especialmente, del Papa Francisco, al mejoramiento de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos. Igualmente, al Gobierno de Canadá por las facilidades creadas para la realización del diálogo de alto nivel entre los dos países”, dijo, por su parte, el mandatario Raúl Castro, hermano del líder histórico de la Revolución Cubana, también asaltante del Cuartel Moncada en 1953, combatiente en la Sierra Maestra de 1956 a 1958 y Ministro de las Fuerzas Armadas hasta su arribo al pináculo del Partido Comunista, luego del retiro del Comandante en Jefe en 2006.

Este 17 de diciembre de 2014 será recordado como un día histórico para los pueblos cubano y norteamericano, respectivamente. Previamente los dos mandatarios hablaron por teléfono para sellar el acuerdo que posibilitará mayores intercambios comerciales, así como vinculación de cubanos residentes en Estados Unidos que, por el momento, ven restringidos sus movimientos a la isla o muy limitadas las remesas que pueden enviar a sus familiares.

El primer paso público lo dio Raúl Castro al autorizar, “por razones humanitarias”, la liberación del contratista estadounidense Alan Gross, preso en La Habana desde hace un lustro. Por su parte, Washington excarceló a tres de los llamados Cinco Héroes cubanos presos en Estados Unidos, acusados de espionaje a grupos anticastristas asentados en Miami, Florida. Los otros dos ya habían cumplido condena hace algunos meses, por lo que se encontraban en la isla.

Aunque no debemos olvidar que el embargo continúa. Estas medidas anunciadas por los presidentes constituyen el inicio del fin del bloqueo, pero para que lo anterior sea posible es necesario que el Congreso de Estados Unidos lo determine, toda vez que las sanciones económicas y políticas contra Cuba gozan de carácter de Ley. En cuestión de semanas, los estadounidenses abrirán una embajada en la mayor de las Antillas, luego de más de medio siglo. Lo mismo harán los cubanos en el coloso del norte. 

Estos pasos no son fortuitos. Se dan en momentos que el gobierno estadounidense pretende “reconquistar” América Latina, luego del peligroso acercamiento de Moscú. Mientras Obama se enfrenta a los rusos en Europa y Oriente Medio, trata de ganarse a sus aliados latinoamericanos, empezando con el más grande amigo de los rusos en América: el gobierno cubano.

Jugada maestra de los políticos yanquis, que, sin duda, sabrá ser bien aprovechada por los revolucionarios. Fidel Castro, mientras tanto, contempla los hechos desde su cómodo retiro, esbozando, quizá, una sonrisa de vencedor…      


El campesino y su carreta

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Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el domingo 13/Abr/2014]

Los niños tienen la rara cualidad de ver el mundo maravillosamente. Lo que a ojos de un adulto es una simple puesta de sol, para un niño puede ser una conflagración de estrellas o el repentino cierre de un portal a otra dimensión.
Cuando era pequeño, Máximo Jiménez solía esperar frente a su casa el recorrido de las carretas de los campesinos que regresaban al pueblo. Como vivía en la zona sur, justo por donde los labradores se adentran a los inmensos terrenos comunales, Máximo podía darse el gusto de oír chillar las ruedas forradas con hierro jaladas por grandes toros cebú. Entonces se acercaba presurosamente a ellas para brincar sobre las tablas de la parte posterior.
Cuando algún campesino estaba de buen humor, permitía que el niño montara a un animal; y Máximo sentía una felicidad tan grande que hasta el otro lado del pueblo se notaba la blancura de su sonrisa. Por eso no tuvo dificultad para elegir su profesión. 

“Voy a ser campesino”, le dijo a su maestra cuando preguntó a los alumnos de la clase, de uno en uno, lo que querían ser de grandes. Mientras sus compañeros externaban sus deseos de convertirse en médicos o abogados, el pequeño Máximo afirmaba con toda la seguridad posible, su voluntad de volverse un hombre de tradición.

Daba la casualidad de que los padres de nuestro personaje eran los más acomodados del pueblo. Por lo tanto, para ellos resultó fatal escuchar repetir al niño lo que comunicó a su profesora. Pero no imaginaron que pasara de una mera ocurrencia.

“Es natural ―dijo la madre―. Cuando crezca se le quitará esa loca idea”. Pero Máximo se empeñaba en aprender el arte de los hombres que labran la tierra. Cada que se subía a una carreta, procuraba enterarse de los pormenores del oficio, haciendo numerosas preguntas a sus anfitriones.

“¿Cómo se barbecha? ¿Cuándo saben que ya es tiempo de siembra? ¿Cómo se riegan los campos?”. También procuraba instruirse acerca del conocimiento de las plantas y de los animales. 

Pasaron los años, y aquellos niños se volvieron jóvenes. Muchos de ellos emigraron a zonas industriales en busca de lo que consideraban un mejor porvenir. Algunos otros alcanzaron grados universitarios en las escuelas provinciales. Pero hubo un muchacho alegre que decidió seguir el rumbo que le dictaba su conciencia o, más bien, su corazón.

Todas las madrugadas pasa con rumbo sur para atender la milpa que es su mayor orgullo. Por las tardes regresa sentado sobre la carreta que rechina fuertemente en su avanzar pausado. Los infantes se alegran cuando lo escuchan acercarse, pues saben que los dejará subirse a ella para emprender un corto viaje por las avenidas del pueblo. A veces los deja montar el lomo del par de cebús que van por delante. Cuando algún niño le dice tuteándolo, porque aún es joven, “Máximo, ¿tú disfrutas ir al campo?”, él contesta: “Es lo que más amo en este mundo”.

De las nubes

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Foto.- Miguel Cervantes Sahagún
Gubidxa Guerrero

En los Cuarenta Días de mi madre

“¿De dónde vienen las nubes?”, preguntó Florinda a su abuela Juana. “¿Por qué caminan tan rápido?, ¿por qué algunas son gordas y otras flacas? ¿Por qué, de repente, sueltan toda su agua? ¿Por qué son tan bonitas?”, decía insistente la niña.

La matriarca de la familia Velázquez Orozco se complacía con los cuestionamientos de Linda, como apodaban a la pequeña. Le sorprendía gratamente que, a su corta edad, echara a volar la imaginación.
“Mira, abuelita, ¡allá va un árbol!”, gritaba la chiquilla cuando en el horizonte veía pasar una nube con forma de matorral. Cuando, en las temporadas secas, el cielo no dejaba ver hileras de copos de algodón, ella se aburría. En cambio, los días nublados eran los más felices.
Linda aprendió a identificar los nubarrones con el puro olor del ambiente. Los campesinos la buscaban porque ella sabía, con una exactitud asombrosa, cuándo llovería. La precisión de sus pronósticos alcanzaba tres o cuatro días.
Cierta vez, la niña decidió responder, por sí misma, su primera gran pregunta. Caminó y caminó con la intención de llegar al lugar de donde, suponía ella, proceden los gigantes blancos. Subió como cuarenta y siete montañas, atravesó a nado diecinueve ríos y visitó veinticinco pueblos. Conoció en su ruta, a más de dos mil personas (de vista solamente, porque apenas le quedaba tiempo para visitar la casa de las nubes). 
Desgraciadamente, Linda no platicó su propósito. A nadie confió su secreto anhelo de averiguar la procedencia de los maravillosos retratos ambulantes. 
Na Juana lloró amargamente. Creyó que un mal ser había raptado a su pequeña. En el pueblo la dieron por perdida. Pero la niña siguió su andar.

Doscientos sesenta días tardó en llegar a su destino. Y al pisar la blanca arena de la playa se entristeció un poco. En lo profundo de su corazón, sabía que las nubes vivían más allá de la costa. Provenían del horizonte azul que se perdía en la inmensidad que apenas le dejaban ver las olas.
Entonces la Mar, fiel compañera de las mujeres, se compadeció de ella y decidió llevarla hasta donde jugaban sus hijos, los nubarrones. Le presentó al mayor de ellos, Huracán. Linda conoció a sus sobrinos, los rayos, y a las nubes más pequeñas. 
La señora Juana no volvió a ver jamás a su pequeña. Al menos, no como la había conocido desde su nacimiento. Después de algunos años, supo que su nieta pasa de cuando en cuando convertida en una grisácea nube cargada de parabienes, que alegra a los campesinos y brinda risas a los niños mientras deja caer su agua. Florinda vuela. 


[Relato publicado en Enfoque Diario el domingo 11 de enero de 2015]

Na Florinda Luis y Saa Guendaxheela'

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Es verdad que mis padres nos inculcaron el amor por las artes. Pero no como lo piensa la gente. No estaban Na Florinda y Ta Goyo mandándonos a cursos o pidiéndonos que nos dedicáramos a tocar equis o ye instrumento o a leer tal o cual libro. De hecho, creo que hubiesen preferido que sus dos hijos músicos (y el nieto) se dedicaran a otra cosa.

Pero, ¿cómo es que nos hicieron amar la pintura, las letras y la música? Viviéndola. Ellos eran un gran ejemplo para nosotros. Mi madre nos arrulló con cantos desde que estábamos en su vientre. Vimos a nuestro padre hacer pequeños apuntes a diestra y siniestra. A ambos los miramos traducir textos en zapoteco y náhuatl. 

En la casa, además de las riñas típicas de las familias juchitecas, había cantos. Siempre estábamos cantando. Hasta los que no sabíamos hacerlo... 

Los temas que interpretábamos eran de todos los géneros, pero especialmente los sonidos de la nación zapoteca. Mi madre cantaba con su melodiosa voz. Jamás grabó un disco. Ni quiso ni lo deseó; pero tuve la fortuna de videograbar algunas de sus interpretaciones sentada en su hamaca o en la mesa de la casa, acompañada por cualquiera de sus hijos o por mi tío César, mi tío Anastacio o mi primo Checú.

En abril de 2010 grabé con una pequeña cámara fotográfica algunas canciones en voz de mi madre, Florinda Luis Orozco, acompañada de mi hermano Tlalok. He subido unas cuantas, pero quedaron algunas otras joyas en una memoria externa. No había vuelto a escuchar estas melodías que hoy comparto con mis paisanos y el mundo. Na Florinda, la profesora, la maestra Linda canta un tema de su primo César López Orozco (+), originario de La Ventosa, Juchitán, Nación Zapoteca. Saa Guendaxheela', 'la fiesta del casamiento', una de sus canciones predilectas.

Gubidxa Guerrero

El árbol de guetazee

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Por Gubidxa Guerrero

Con mucho cariño, para mi hermana.

Xunaxi siempre pensó que el mundo no había descubierto la comida zapoteca. Decía que en el más pequeño pueblito del Istmo, Valle o Sierra podían prepararse más guisos originales que en la Francia entera o en la botuda Italia. “Pero así son las cosas. A lo mejor Dios nos ama tanto, que guarda placeres únicos para nosotros”. 
   
De todo lo que su paladar había probado, acumulaba recuerdos precisos. Y de los muchos platillos que le gustaban, tenía por predilecto los tamales de elote, conocidos en la zona istmeña como guetazee, que acompañados con crema y queso saben a comida de dioses.
   
Deshojaba lentamente cada tamal. Una vez en el recipiente, le vaciaba a cuentagotas la mantequilla, espolvoreando pedacitos de queso seco o porciones de queso fresco, según su preferencia.
   
De niña siempre imaginó que los tamales de elote eran frutos brotados a ciertos árboles. ¿Una planta de guetazee? Podría ser… En la mente de los pequeños todo es posible. Pero una tarde, Xunaxi cometió la imprudencia de confesar su ilusión a sus hermanos, quienes, traviesos como ellos solos, decidieron tenderle una trampa.
   
La llevaron a un huerto de plátanos, propiedad de un pariente. “Ahí tienes, xhunca ―le dijo el mayor―; es un árbol de tamales”. Y a Xunaxi le brillaron los ojos al comprobar que su imaginación cobraba certeza. Entonces quiso sentir la dicha de cortar un fruto por sí misma, para lo que les pidió ayuda. Bromistas, aceptaron con la condición de que comiera delante de ellos lo que quedara una vez deshojado el supuesto guetazee. Inocentemente, la niña accedió, diciéndoles que no sólo lo comería, sino que les convidaría. Sus hermanos echaron a reír.
   
Entonces se apoyó en dos de ellos para subirse a los hombros de un tercero y así poder alcanzar lo que deseaba. Cortó el fruto. Todos aguardaban la explosión de carcajadas durante la espera de que pelara las hojas. Pero a Xunaxi se le fue iluminando el rostro hasta tener una sonrisa gigante en los labios. Como si hubiera encontrado un auténtico tesoro, descubrió partes doraditas de su tamal, al que dio tremenda mordida al tenerlo limpio de hojas. En lugar de burlas hubo asombro, y nadie entendió lo que había sucedido.
   
A muchos años de distancia, mi hermana sabe que los tamales de elote que tanto nos gustan surgen de las manos de las laboriosas mujeres que los preparan con esmero en hornos tradicionales. Pero el sabor del guetazee que disfrutó siendo niña no se le ha quitado de la boca.

La “izquierda” juchiteca y el radicalismo antieólico…

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Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el miércoles 11/Mar/2015]

Los priístas gobernaron Juchitán por más de cuarenta años. Cuatro décadas fueron suficientes para que la sociedad los conociera como “PRI Huela”. El tricolor era sinónimo de obsoleto, debido a que bajo el discurso de revolución institucionalizada estaban los políticos que todo lo venden y todo lo corrompen.

Cuando el PRI comenzó a alejarse de los idearios de Lázaro Cárdenas y Adolfo López Mateos; cuando el PRI que fundó la UNAM y el Institutito Politécnico Nacional (IPN) dejó de representar el espíritu de la Revolución que derrocó al caciquismo porfirista se hizo necesario que la vida política se oxigenara.

En los años setentas aparecieron en la región istmeña jóvenes entusiastas, aparentemente preocupados por la suerte de sus paisanos. Con un discurso izquierdista, más cercano al que se recitaba en Nicaragua y en Cuba que al de nuestros abuelos binnigula’sa’, se hicieron notar. 

La estúpida represión les hizo un favor y polarizó a la sociedad juchiteca. Se le sumaron personalidades como Francisco Toledo, Macario Matus y Víctor de la Cruz, intelectuales biennacidos que maquillaron las verdaderas intenciones de los llamados coceístas: el poder por el poder mismo, el quítate-tú-para-ponerme-yo de los oportunistas de siempre. De la noche a la mañana confluyeron en un mismo movimiento social las esperanzas de los campesinos, los obreros y los estudiantes, con la de los aspirantes a políticos profesionales. 

En poco tiempo y con el esfuerzo de la sociedad zapoteca, aquellos muchachos arrebataron el Palacio Municipal a las arcaicas familias priístas. Cumplieron el anhelo de ocupar las oficinas que construyera Pancho León en 1883. Varios muertos costó el sueño.

A final de cuentas los campesinos, obreros y estudiantes quedaron desencantados. Ninguno de sus propósitos se cumplió. Las pocas empresas se marcharon, dejando sin trabajo al obrero; las escuelas superiores disminuyeron la calidad por la ‘grilla’, demeritando las oportunidades de los estudiantes; y el campesino vio morir bajo las balas a su única institución con representatividad jurídica: el comisariado de Bienes Comunales de Juchitán. Sin embargo, los jóvenes aspirantes a líderes ¡sí que lograron sus metas! A cambio de “representar” los intereses del pueblo consiguieron jugosas prebendas. Mientras más radicalizaban el discurso, más dádivas les otorgaba el PRI-Gobierno al que tanto criticaban y al que supuestamente enfrentaban. 

Al poco tiempo lograron alcaldías, diputaciones locales y federales y un par de senadurías. Se hicieron compadres de prominentes políticos priístas. Estuvieron a punto de alcanzar la gubernatura estatal, de no ser por una suculenta negociación en la capital del Estado, que traicionó la confianza de millones de personas que creyeron en un proyecto: el del PRD-COCEI.

La diferencia esencial entre el PRI-Huela y el PRD-PAN-PT-PSD-COCEI es una: los personajes. Mientras que en el PRI otros nombres ocuparon los lugares que dejaban los que se marchaban, en la COCEI continúan los mismos que hace cuarenta años levantaron la falsa bandera de lucha social. Los hijos y nietos de quienes protagonizaron los conflictos electorales de los año setentas siguen escuchando los mismos nombres: Héctor, Leopoldo, Mariano, Roberto…

La táctica es idéntica: recitar un discurso radical a más no poder, para elevar el precio del silencio. Negociar desde una posición de fuerza con los poderosos en turno para llegar a convenientes acuerdos. 

Así lo estamos viendo en la Consulta al pueblo de Juchitán para decidir la instalación o no de un parque eólico en más de cinco mil hectáreas de sus terrenos. Mientras que el 99% de la población calla, algunos líderes “históricos” coceístas hablan fuerte, aparentando obstrucción al proyecto para encabezar la oposición formal; para oficializarla. De esta manera, bien lo saben ellos, la empresa Eólica del Sur los buscará intentando alcanzar un buen acuerdo. Aquéllos harán como que se resisten, pero ante la insistencia de éstos, cederán. ¿A cambio de qué? El tiempo y el pueblo lo dirán, como han contado otras tantas traiciones a las causas más caras de Juchitán. 

Embestida contra Aristegui

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Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario, el lunes 16/Mar/2015]

Una de las periodistas más reconocidas de México es, sin duda, Carmen Aristegui, conductora de Primera Emisión de Noticias MVS. Su noticiario es sintonizado por millones de escuchas en todo el país, porque tiene un estilo directo pero respetuoso, porque toca temas polémicos sin perder la objetividad necesaria en los medios periodísticos.

Aristegui no ha estado exenta de polémica. En varias ocasiones ha dejado de ser la noticiera (la que da las noticias) para volverse la noticia en sí misma. Se dice que ello constituye una falta en el periodismo, porque el comunicador debe mantenerse con un perfil bajo, sin acaparar más atención que las noticias que brinda. 

El programa radiofónico de Carmen Aristegui tiene un extra: cuenta con un equipo de investigaciones especiales, lo que le permite anunciar exclusivas, en lugar de repetir las notas que todos los medios comparten. Fue este equipo el que recientemente dio a conocer detalles de la famosa casa blanca de la actriz y Primera Dama Angélica Rivera en Las Lomas de Chapultepec, lo que desencadenó una ola de críticas al primer círculo del poder en México, que  a su vez implicó la cancelación del proyecto del tren rápido México-Querétaro.

Aristegui es, para el gobierno federal, una piedra en el zapato, y con mucha audiencia. No obstante, se ha mantenido al aire, pese a aquel episodio en que preguntó públicamente por el supuesto alcoholismo de Felipe Calderón. Ello habla, nos guste o no, de respeto hacia la periodista y a su equipo.

Lo anterior parece estar quedando atrás. Hace pocos días inició una inusitada campaña en contra de la conductora. Aduciendo que Aristegui se sumó al proyecto de Méxicoleaks, sin consentimiento de la empresa en que trabaja, comprometiendo la marca MVS en un proyecto ajeno, los altos jerarcas de la empresa consideraron llegado el momento de exponer públicamente el "abuso de confianza" de la periodista y los suyos. 

Se contrataron espacios en diarios, se grabaron cápsulas radiofónicas para desmarcar a MVS de Méxicoleaks y para quemar a Carmen. Sin embargo, lo anterior está consiguiendo el efecto contrario, pues una ola de solidaridad se ha levantado en redes sociales y medios de comunicación alternativos. Aristegui está quedando como una víctima del sistema, lo que perjudica nuevamente la imagen presidencial y ha actualizado otra vez el tema de la casa blanca, pues, para colmo, MVS Radio despidió a los dos reporteros que investigaron el caso y que se encontraban tras las pistas de una nueva mansión, esta vez del Secretario de Hacienda Luis Videgaray.

Es bastante probable que el gobierno no esté detrás de esta ofensiva contra Aristegui. Me inclino a pensar que los directivos y dueños de MVS iniciaron esta campaña más por lambisconería con el Presidente de la República y los miembros de su gabinete que por directrices de éstos.

Por las razones que fueren, es una torpeza y mezquindad que fortalecerá a Carmen y minará todavía más la credibilidad de MVS. Ironías de esta campaña de desprestigio...  

La música zapoteca del Istmo: un proceso continuo

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Músicos ciegos en Juchitán. Ilustración de Miguel Covarruvias
Gubidxa Guerrero

[Texto publicado, en dos partes, en Enfoque Diario el sábado 04 y domingo 05/Oct/2013]

Hace algunos meses publiqué un artículo sobre La Sandunga, pieza representativa de los zapotecas istmeños. Por lo anterior recibí varios comentarios (a mi correo electrónico: gubidxa7@hotmail.com) preguntando por aspectos particulares de nuestra música. Todas las preguntas podrían resumirse en una sola: ¿cuál es el origen de la música zapoteca?

Antes que todo debo aclarar que soy etnohistoriador, no etnomusicólogo. Es a estos últimos a quienes corresponde el estudio de los géneros musicales, influencias, origen, etcétera. Desconozco si existe algún estudio especializado sobre la música tradicional binnizá, aunque sí contamos con algunos intentos empíricos.


Lo que desarrollaré a continuación es producto de mi conocimiento histórico, más la suma de mis deducciones al respecto; esto con el afán de dar respuesta a las personas que amablemente comentaron el texto referido. Insisto: falta un estudio profundo sobre ese aspecto particular de nuestra cultura (la música). 

Los instrumentos más “tradicionales” en el Istmo, todos los conocen: la flauta de carrizo, el tambor de un solo tronco, y el caparazón de tortuga. Este conjunto instrumental es la base de toda la diversidad sonora actual. Se sabe que a principios del siglo diecinueve no existían en la región grandes bandas de viento, sino más bien pequeños conjuntos de música. El Pitu nisiaba como le llaman en Juchitán, o Muní, como lo conocen en Ixtaltepec acompañaba los rituales familiares y religiosos, como todavía puede atestiguarse. El repertorio musical era amplio: danzas como Saa beedxe (son del jaguar), Bere lele (alcaraván), Saa telayú (música del amanecer) se ejecutaban con estos instrumentos. 

A la par de las grandes rebeliones zapotecas de mediados del siglo diecinueve, presenciamos el arribo de contingentes armados de la Guardia Nacional. Estos cuerpos de ejército contaban con bandas militares. Y desde que los paisanos se fueron familiarizando con la terminología y organización marcial, comenzaron a aprender la ejecución de varios instrumentos de viento. Por ello no es extraño que los primeros músicos zapotecas del Istmo fueran a su vez militares. 

Obviamente tuvieron que aprender a entonar piezas castrenses y música de moda en la época. No obstante, como es común entre los istmeños, probablemente intentaron adaptar su patrimonio musical a los nuevos instrumentos; y retomaron piezas del repertorio europeo para ejecución local. Fue así como varias piezas tradicionales de flauta y tambor se trasladaron a las bandas de viento, como el Son del Pescado o el Son de los Cocos, obras del genial músico samblaseño Atilano Morales. Posteriormente, algunos paisanos más osados comenzaron a componer música propia. Fue como nacieron sones famosos como La Ixhuateca, La Migueleña, La Sanjuanera, La Xadaneña, La Juchiteca, La Micaela, La Paulina; todas ellas, obras del siglo diecinueve compuestas en su mayor parte por músicos zapotecas con relación a la milicia (como Cosme Damián Gómez; famoso militar juchiteco, que también fue un gran compositor. Sin dejar de mencionar a Atilano Morales que también escribió marchas fúnebres.). La mayoría de los sones tradicionales, si bien nacían del alma de algún músico, después eran enriquecidos por artistas de diferentes pueblos. Por ello, hoy ignoramos a los autores originales de muchísimas piezas, aunque a veces podemos identificar la población de la que son originarios ciertos temas.

Después, la marimba llegó a la región, instrumento muy popular en Chiapas y Centroamérica, con el que se complementaron muchas bandas regionales. Hasta hace cien años la música de los zapotecas era básicamente instrumental. Existían pequeños versos cantados en didxazá, pero asociados más al ámbito ritual (como el llamado Cutinti, o Capúm puyú). Pero en el siglo veinte empieza a vivirse un proceso peculiar: algunos personajes comienzan a escribir letras para acompañar a los sones tradicionales. Eustaquio Jiménez Girón (Taquiu Nigui), es uno de los impulsores, pero hay muchos otros, como Carlos Iribarren Sierra, Juan Jiménez (Xtubi), Antonio Santos Cisneros. En la mayoría de las ocasiones, las letras coincidían con el título de la música, pero en otros casos los compositores retomaron sólo la música, cambiándole el título, tal como sucede con La Juchiteca, son al que Jesús Henestrosa (Chu Yodo) le puso una letra que difundió como Zo’pe’ huelu. Igual aconteció con La Micaela, son originario de Tehuantepec, sobre el que Andrés Henestrosa escribió los versos de La Martiniana. Hay casos en que se han hecho dos o más versiones, como con el son La Sanjuanera, sobre el que se escribió Laureana y la Vela San Juan; o Gueta biade sidi, sobre el que se escribió Fan Bidxaa, La Ixhuateca (versión de Andrés Henestrosa) y Paisanita.

Los versos de amor del siglo veinte están ligados al trabajo musical que hicieron los excelentes artistas del siglo diecinueve. Y si bien, al principio se valieron de la música tradicional; posteriormente esos mismos compositores comenzaron a intentar escribir letras con música original. El mismo Eustaquio Jiménez Girón es un gran ejemplo, quien a pesar de que escribió letras para viejos sones, se animó a escribir sus propios temas con música propia, como en el caso de Badudxaapa huiini sicarú, Pesadumbre, Tu nuzabi zaguixe, Cayuuna cayate pur lii, entre otras. Y siguiendo el ejemplo de Ta Taquiu Nigui surgieron otros compositores que ya no se basaron en viejos sones, y cuya producción musical es mayoritariamente original, como es el caso de Jesús Rasgado, César López, Hebert Rasgado, Luis Martínez Hinojosa, Ángel Toledo, Gustavo López entre muchos otros.

Actualmente se vive un fenómeno conocido como la ‘nueva trova zapoteca’, donde artistas con referencias de la música binnizá, siguen enriqueciendo su quehacer con variadas influencias, tanto de México como del mundo, lo que otorga a la música contemporánea zapoteca un nuevo ímpetu. Pero ya no sólo hay trova; también existe rock, hip hop, cumbia, tango y variados géneros musicales sobre los que los paisanos escriben.

Es importante recalcar que con la aparición de nuevos artistas, no desaparecen los viejos géneros o las antiguas formas instrumentales. Por ello en las celebraciones de los diferentes pueblos, puede escucharse un conjunto de flauta y tambor acompañando una regada, a la par que bandas de viento ejecutan música festiva. O en un velorio pueden oírse los sones de duelo interpretados por una banda de seis músicos, mientras un trovador entona con la guitarra cantos para la ocasión. Asimismo, en las pachangas, para celebrar una boda o un cumpleaños, pueden bailarse sones tradicionales con instrumentos electroacústicos, a la vez que se baila al ritmo de alguna cumbia. 

Todo ello es parte de nuestro patrimonio cultural. Toda esa música es nuestra, en cuanto la recreamos y la mantenemos viva. Ojalá que la nueva generación valore toda la riqueza de nuestros cantos y sones. Ojalá muchos niños continúen con el aprendizaje de la marimba, del pitu nisiaba, de los instrumentos de viento, la guitarra, y nuevas herramientas que permitan comunicar el alma de nuestro pueblo.

Reflexiones en torno a la vestimenta tradicional

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Joven zapoteca. Foto.- Tina Modotti.
Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario el sábado 07/Sep/2013]

El pueblo zapoteca es milenario. La cultura zapoteca es riquísima. Todo aquello que nos caracteriza como etnia (costumbres, creencias, hábitos, ropa, cantos, etc.) es, de por sí, fantástico. Uno de los aspectos que distinguen a nuestro pueblo y a su cultura es el dinamismo. Los binnizá de hace tres mil años eran diferentes a los zapotecas que construyeron Monte Albán hace dos mil, o a quienes conquistaron la planicie costera del Istmo de Tehuantepec hace seiscientos. Los zapotecas avanzamos, retrocedemos y volvemos a caminar. Siempre innovando. Y si bien, las personas de Monte Albán, Zaachila, Mitla, y Guiengola eran diferentes en tiempo y lugar; eran, a su vez, iguales en una cosa esencial: la identidad, su ‘zapotequidad’. 

La tradición es como una cadena. Mientras más antigua sea esta tradición, más largo será el lazo. Cada generación representa un eslabón de dicha cadena. Y cada generación recibe de forma oral o escrita (las antiguas estelas y códices, constituían este medio) las enseñanzas de sus mayores: su historia, sus mitos de creación, sus fábulas, la forma de preparar la comida, el idioma, la manera de realizar ciertas cosas; en fin, todos aquéllos elementos que los hacen ser lo que son. Pero ningún ser humano es capaz de calcar a la perfección lo que le transmiten; tanto porque es una información enorme (que aumenta conforme pasa el tiempo), como porque cada época se enfrenta a necesidades específicas. Así pues, cada eslabón de esta cadena recibe gran cantidad de conocimientos, a la vez que enriquece su propia cultura con nuevas aportaciones que le brindan la experiencia, la geografía y, asimismo, el contacto con sus vecinos (por ello un zapoteca del Istmo, es diferente en muchos aspectos a un zapoteca serrano o del Valle. Diferentes, pero iguales en origen e incontables elementos culturales). 

En cada aspecto de nuestra cultura que estudiemos de forma aislada podremos verificar el fenómeno. Basta con remontarlos al pasado, una o dos generaciones, para comprobar cómo vamos cambiando, a la vez que seguimos siendo lo que somos: binnizá. 

Sin embargo, y a pesar de esta realidad, existen personas que se ofenden cuando las paisanas incorporan nuevos elementos a nuestra vestimenta. Acusan a las más jóvenes de mancillar el traje regional, o de echarlo a perder. Piensan que lo que actualmente conocemos o lo que conocieron nuestros padres es lo “auténtico”; es decir, lo único válido, descalificando las demás expresiones de nuestra misma cultura y de ese dinamismo del que les platico. ¿Cuánta gente ha criticado el ‘cuello v’? ¿Cuántos se han sentido ofendidos por las innovaciones que paulatinamente hacen las bordadoras tradicionales u otros hermanos que se han dedicado al diseño textil y alcanzado más proyección en el rubro? 

Imaginemos qué pensaron algunas tehuanas, juchitecas o blaseñas hace cien años, cuando comenzó a generalizarse el uso de la enagua. Recordemos que sus madres y abuelas utilizaron ‘enredo’ teñido de colores naturales y huipiles sencillos… No obstante, los elementos novedosos se incorporaron, nos apropiamos de ellos porque los ajustamos y adaptamos a nuestra concepción estética; a nuestra idea de lo bello.

A los puristas se les olvida que el holán, por citar un ejemplo, no se utilizaba hace siglo y medio. Olvidan que el traje del que tanto nos enorgullecemos, también fue, en su momento, resultado de la innovación que algunos criticaron. Pero inclusive, éstos a quienes me refiero, cumplen una función social al impedir, con sus señalamientos, que los cambios sean abruptos. Contribuyen, pues, a que las modificaciones sean graduales y, por esto mismo, asimilables para nuestro pueblo.

Si queremos que la cultura zapoteca sobreviva y se fortalezca, debemos ser fieles a los principios que nos heredaron nuestros abuelos. Lo tradicional en el zapoteca es la manera en que hemos sabido aprovechar las ventajas del mundo, y la forma en la que nos adaptarnos. Por algo, entre las mejores comerciantes del orbe, se encuentran las zapotecas. Sigamos su ejemplo. 

La rebelión de los doctores

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Foto: Jacciel Morales
Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario, el sábado 1/Feb/2014] 

Los expertos en el tema asocian las insurrecciones a los conflictos por la tierra. De hecho, en el pueblo de Juchitán casi todos los líderes rebeldes fueron hijos de gente humilde, mayoritariamente campesinos. Lo que cambió desde 1911, cuando el Licenciado José F. Gómez dirigió la rebelión que exigía la autonomía istmeña, misma que pagó con la vida. En 1919 se levantó en armas el joven cazador Heliodoro Charis Castro, proclamando el Plan de San Vicente. En otro momento nos hemos referido a este personaje y a los hechos que le dieron fama. 

Pero la rebelión que mencionaremos ahora es peculiar, no sólo porque fue dirigida por dos jóvenes médicos juchitecos, sino porque se dio en un momento de la historia regional y nacional en que los alzamientos parecían no tener cabida. Estamos hablando de 1931, más de diez años después de terminado el movimiento revolucionario en el país, y cuando inclusive la Guerra Cristera había sido mayormente sofocada. 

Si hoy en día ser médico es altamente valorado, imagínense hace ochenta años en que poquísimos eran los que alcanzaban dicho honor. ¿Qué impulsó a dos jóvenes doctores a poner en riesgo su vida para encabezar la última lucha de su pueblo? Dinero no, pues con el mero ejercicio de su profesión tenían asegurado un porvenir más que cómodo. Poder político tampoco, pues acomodándose al sistema imperante habrían podido llegar a las altas esferas de la función pública.

El contexto político local era conflictivo. Pocas familias dominaban el escenario económico y gubernamental disputándose los cargos más importantes y la toma de las decisiones cruciales para la vida de las comunidades istmeñas. La relación con el Gobierno del Estado era difícil, y ésta y otras condiciones, así como el viejo sueño de la autonomía regional, obligaron a que dos jóvenes cirujanos se pusieran al frente de cientos de zapotecas. Valentín S. Carrasco tenía 30 años; Roque Robles contaba con 27. Se levantaron en armas un 19 de abril de 1931 en Juchitán, exigiendo la destitución de los poderes estatales y regionales. El líder indiscutible fue Valentín Carrasco, y como ‘brazo derecho’ tenía a su mejor amigo de la infancia Roque Robles. 

El 21 de abril de 1931 firmaron un documento titulado Plan del Cerro de Tolistoc y un Manifiesto en donde especificaban sus demandas. De este levantamiento se ha hablado poco, por la sencilla razón de que fue tempranamente derrotado. El 21 de mayo de 1931 en ‘Pasu Guesa’, cercano a Xadani, los dos jóvenes líderes fueron muertos mientras festejaban el cumpleaños del Doctor Valentín. Los rebeldes que no fueron ejecutados y que lograron sobrevivir dispersándose, se entregaron al gobierno con posterioridad, mismo que dio suficientes garantías para deponer las armas. Pero el hecho quedó en los anales de nuestra historia como la última rebelión istmeña.

En la ciudad de Juchitán dos calles céntricas llevan el nombre de cada uno. Es el merecido homenaje que el pueblo tributó a dos muchachos idealistas que buscaron mediante las armas lo que le fue negado a sus paisanos por la pluma. 

Domingo de Ramos en Juchitán

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Fotografía.- Alberto López Morales.
Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario el domingo 29/Mar/2015]

Desde hace varias semanas la gente limpia sepulturas en mi pueblo. Hoy es Domingo de Ramos, y decenas de miles de personas nos congregaremos por la noche en uno de los panteones más bellos de México. 

Muchos se admiran de Mixquic (en la Delegación Tláhuac del Distrito Federal) y Pátzcuaro (pueblo purépecha de Michoacán), porque no conocen la celebración del Domingo de Ramos en Guidxiguié’, ni las demás festividades que realizan las poblaciones hermanas.    

Quien acuda hoy por la tarde-noche al cementerio más grande del Istmo se llevará varias sorpresas: primeramente, encontrará un mar de gente, como difícilmente habrá en otro momento. También podrá adquirir toda clase de productos, especialmente los famosos tamales de iguana con huevo. Si lo prefiere, podrá admirar la arquitectura del sitio, donde en lugar de simples lápidas, se yerguen magníficas sepulturas que semejan un pueblo habitado. Igualmente podrá encontrar regocijo, pues además de los niños corriendo en los techos de las tumbas, arrojándose huevos de harina y confeti, tendrá oportunidad de departir con los amigos.
   
El panteón Domingo de Ramos estará lleno de música y color. El llanto se combinará con la alegría de estar visitando a los seres queridos que murieron ya. Las guitarras, las melodías en zapoteco, todo hablará por los difuntos. Las regañadas (buñuelos istmeños), el curado, la estorreja, los dulces de coco serán la delicia de chicos y grandes. 
   
A diferencia de costumbres de otros lares, en Juchitán se visita a los difuntos en Domingo de Ramos, y se les recibe en Día de Muertos. Es decir, en Semana Santa los vivos vamos al cementerio, y en Todo Santos los fallecidos llegan a nuestros hogares.
   
Por eso en octubre y noviembre no adornamos los panteones, sino la casa. En cambio en Domingo de Ramos (y Miércoles Santo o Lunes Santo, para quienes tienen difuntos en esos panteones-capillas) las tumbas lucen vistosas.
   
La Cuaresma, especialmente la Semana Mayor, es un período de duelo, pero también de celebración. Démonos la oportunidad de visitar las distintas poblaciones para conocer las tradiciones concernientes a estas fechas en la Nación Zapoteca.

Desesperación pro eólica

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Gubidxa Guerrero 

[Texto publicado en Enfoque Diario el lunes 30/Mar/2015]

Sumamente desesperados se vieron los empresarios del rubro de la construcción que se movilizaron en días anteriores exigiendo que "inicien los trabajos" del parque de Eólica del Sur.

Queriendo demostrar enojo y fuerza, únicamente lograron evidenciar un berrinche torpe, que favorece principalmente a los opositores a dicho megaproyecto eólico.

No es con bloqueos como se obligará a acelerar el proceso a las instancias participantes en la Consulta Eólica al pueblo de Juchitán. No será violando la ley como estos "empresarios" conseguirán que el parque se construya. Les guste o no, será mediante la Consulta que se empeñan en descalificar, como la comunidad juchiteca decidirá si el parque eólico se construye o no.

Es curioso que los actores más radicales, a favor y en contra, estén descalificando el proceso, justificándose de antemano para una posible derrota de sus posturas. Lo que están logrando es que todo el asunto se enrarezca y que el resultado, en el sentido que sea, se ponga en entredicho.

Es contradictorio que sean los constructores quienes lleven la discusión a la carretera. Bloquear para pedir que la construcción inicie, bloquear para el "desarrollo y progreso de Juchitán", es una tomadura de pelo.

Ahora los opositores cuentan con los mismos "argumentos" para bloquear la carretera por la razón contraria: para que el proyecto no se realice. Y ante este escenario, ¿cómo reaccionarían los constructores? ¿Acaso condenarían un cierre carretero similar a los que hicieron la semana pasada?

Quien haya dado la orden de realizar estos bloqueos está actuando de manera irresponsable, porque las consecuencias de violencia o conflicto social están a la vista. Además, está dándose un tiro en el pie, porque en lugar de favorecer los intereses de la empresa eólica, los perjudica, ya que todo mundo asoció estos bloqueos a la construcción del parque en terrenos de Juchitán, con la consiguiente condena.  

¿Para qué se promueven bloqueos cuando está vigente un proceso de consulta? Civilidad necesitamos. Serenidad y mucha responsabilidad. Virtudes de que carecen, al parecer, algunos actores sociales de esta Consulta Eólica en Juchitán. Lástima. 

Los ‘asegunes’ de la Consulta Eólica

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Gubidxa Guerrero

[Texto publicado en Enfoque Diario el lunes 06/Abr/2015] 

Muy preocupados se encuentran los altos funcionarios que monitorean la primera Consulta indígena mexicana, según criterios del Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Y es que, por mucho que pretendan dar una impresión de confianza, temen que los actores políticos y sociales de Juchitán se enreden en una confrontación que termine en un rechazo colectivo.

Dicen que los extremos se juntan. Es curioso ver cómo ese dicho aplica a la perfección al caso zapoteca, debido a que los principales opositores y promotores del parque de generación de energía eléctrica de la empresa Eólica del Sur hacen la misma afirmación: que todo es una pantomima, que el resultado está arreglado, que el ejercicio que se viene realizando es un mero trámite. Sin embargo, esos actores son los principales descalificadores de la Consulta, quizás anticipándose a una derrota de sus respectivas posiciones.
No obstante, es importante resaltar que pese a lo anterior, ningún otro ejercicio ha reunido en un mismo espacio a grupos tan heterogéneos, porque a las sesiones acuden desde los políticos tradicionales del PRI y de la COCEI, hasta los grupos antieólicos y las asociaciones civiles y agrupaciones culturales, sin dejar de mencionar a los representantes de las tradicionales Velas y otras entidades representativas de la comunidad.
Pero ¿qué hay detrás de la Consulta? ¿A qué se debe la aparente importancia que bridan los observadores externos? A que su resultado sentará un precedente tanto en la región istmeña como en la República Mexicana. Todos parecen estar consientes de la trascendencia de la Consulta juchiteca, menos los mismos juchitecos, quienes entre la apatía y la desinformación prefieren no participar. Pero quiérase o no, tendrá que buscarse el mecanismo que legitime el ejercicio. Es decir, se tendrá que lograr que la mayoría de la sociedad juchiteca sea preguntada si está de acuerdo o no en que Eólica del Sur instale sus aerogeneradores en los terrenos ancestrales de los binnizá. De otra manera se correrá el riesgo de que todo el proceso sea cuestionado o invalidado, pues ¿qué legitimidad tendría una Consulta en la que fuera consultada menos del uno por ciento de la población? 
Varios actores han propuesto el plebiscito (con urnas y voto secreto) como el modo ideal para conseguir que una ciudad de cien mil habitantes pueda hacerse escuchar. La sociedad juchiteca requiere una forma que supere el asambleísmo llano, imposible de realizar en las actuales condiciones (¿se imaginan una asamblea donde fueran convocados 80 mil juchitecos?).

Los binnizá han sabido adaptarse a lo largo de muchas generaciones. Son un pueblo sui géneris. Si las entidades convocantes desean que este proceso sea lícito, deberán echar mano de nuevas estrategias. De otro modo, pocos quedarán conformes y el remedio saldrá peor que la enfermedad... 
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